No podrás dejar de leer esta Creepypastas , ya que "el gato sin ojos" verdaderamente si da mucho terror.
12 de Diciembre 2019 • 22:52 hs
Escribo porque aquà no hay nada mejor que hacer, porque necesito contar la verdad a todos y porque es lo único que él me permite hacer. Lo que me sucedió es tan perturbador, tan sobrenatural y carente de toda lógica, que estoy seguro de que muchos no darán crédito a lo que estoy a punto de contar.
Trabajo como escritor para una editorial de renombre y acababa de concluir un excelente libro sobre auto superación, no obstante, tenÃa algunos errores y me informaron que debÃa corregirlos en una semana, antes de volver a entregarlo.
Siempre me gustaron los animales y estoy fuera de mi ciudad natal; viaje hasta esta porque es aquà donde se encuentra la sucursal principal de la editorial. Como vengo de lejos y el trayecto es muy largo, no pude traer a mis mascotas conmigo. Alquilé un sencillo departamento para mà solo. Me dirigà a una tienda de mascotas para conseguir un animalito que me hiciera compañÃa estos dÃas; pues no me gusta sentirme solo mientras estaba encerrado, corrigiendo los errores de mi libro. De camino hacia allá, me tope con un gato al que le faltaban ojos. Lo cierto es que no sentà miedo, de hecho me inspiró lástima, asà que decidà adoptarlo.
Hoy me arrepiento profundamente de hacerlo.
Lo llevé con el veterinario para que lo revisara y descartar cualquier enfermedad grave. Resultó tener solamente una minúscula infección en una de sus patas, pero como era muy reciente, fue fácil curarla. En la sala de espera era que yo, era la única persona a la que no le incomodaba la condición del gato. No llegué a ponerle nombre, pues además de que no tenÃa tiempo, aun no querÃa encariñarme demasiado con él.
De vuelta en casa lo solté para que pudiera explorar el apartamento. A pesar de ser ciego, parecÃa ser perfectamente consciente de donde estaba y como debÃa moverse; algo que no encontré extraño. Lo único en lo que podÃa pensar, era en lo impotente que se debÃa sentir el pobrecito.
Mientras jugaba, me di a la tarea de corregir las primeras erratas del libro en mi portátil. Después fui a dormir, nada fuera de lo común. No fue sino hasta la mañana siguiente cuando todo empezó.
Reunà las fuerzas para alzar mi cabeza, él no reaccionó. Me levanté lentamente, aprovechando lo absorto que estaba en el cuaderno, fui hasta la puerta y y traté de abrir. HabÃa algo por debajo que la bloqueaba; intenté quitarlo, cada vez más desesperado y en vano.
Fui hasta la ventana, estaba completamente tapizada con hojas de libreta; concretamente con aquellas en las que habÃa empezado a escribir mi libro. Apenas y entraban unos débiles rayos de luz, solo lo bastante como para iluminar el cuarto. Traté de arrancarlas pero estaban adheridas a la perfección al vidrio. Intenté romper la ventana sin resultados.
Miré hacia la esquina y desde allÃ, el hombre me miraba fijamente, con esa inmensa oscuridad en sus ojos. Temblando de miedo, me forcé a hablarle.
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