Esta es una de las historias de terror que causa mucho miedo, ya que como sabemos los perros son el mejor amigo del hombre, pero este es del mal.
07 de Diciembre 2019 • 15:16 hs
Era habitual escuchar ladridos y aullidos venir del parque a diario. Muchos vecinos solÃan reunirse por las tardes, algunos jugaban con sus hijos y otros hacÃan ejercicio, y los perros observaban tranquilamente sentados bajo los árboles a que todos se marcharan para ver qué clase de manjares habÃan dejado atrás.
HabÃa quienes esperaban que el sol se metiera por completo para salir a correr, y se sentÃan muy bien al estar acompañados por un grupo de fieles guardianes que iban tras ellos, también ejercitándose. Pero esa noche, los corredores estaban completamente solos, el silencio era total, a donde sea que se mirara, no habÃa ningún perro.
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De pronto en silencio se vio interrumpido por desesperados ladridos, y en un momento eran ya chillidos, los arbustos se movÃan, y se hizo de nuevo el silencio. Las personas en el parque se impresionaron un poco con aquellos ruidos, la mayorÃa de ellos se detuvieron.
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Observaban de un lado a otro pero, no aparecÃa ninguno de los perros, cuando reanudaron su marcha, una agitada respiración invadÃa todo el parque, se escuchaba por todos lados, acompañada de un leve gruñido, y fue entonces que lo vieron, salir de entre los arbustos, con el hocico lleno de sangre, caminaba lentamente, y cada lámpara a su paso se iba apagando.
Sus pisadas dejaban una marca ardiente en el suelo, y una densa niebla venÃa detrás de él, un enorme perro negro, de más de metro y medio, no importa que tan buenos hubiesen sido corriendo todas aquellas personas, en ese momento estaban completamente paralizados. El perro se metió entre ellos, les olÃa todo el cuerpo, salivando.
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Cuando todos se sentÃan perdidos, un chiflido lo llamó hasta su amo, solo se vio salir de entre la niebla una enorme mano cubierta de fuego, que dejó el ambiente impregnado de azufre. Al dÃa siguiente eran menos los perros que se presentaron al banquete diario, y cuando sus ladridos no se escuchan los vecinos del lugar saben que no deben poner un pie en el parque, porque esa noche le toca su paseo, al perro del infierno.
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