Tras sobrevivir al infierno de Auschwitz, Buba y su hermana llegaron a Veracruz, donde vivÃa otra de sus hermanas, señalando que fue como llegar a un paraÃso en comparación a lo que vivió.
En el marco del 75 aniversario del Campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, Buba de 93 años de edad, recordó la etapa más difÃcil de su vida, cuando estuvo de prisionera en ese sitio. Con ayuda de pinturas, que ella misma plasmó, recuerda todo lo vivido.
Jamás volvió a ver a sus padres
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Sobrevivió al infierno de Auschwitz
Buba recuerda que fue obligada a portar la estrella de David sobre su ropa, luego le prohibieron salir a lugares públicos como parques, museos o cines y, tras ser confinada en su casa junto con su familia, su destino fue el gueto, “un basurero, una fábrica de ladrillos a las afueras de la ciudad”, donde pasó dos semanas antes de ser trasladada a Birkenau.
- -“Nos trataron como animales, como ganado (…) Mi mamá recorrÃa los vagones en busca de pedacitos de comida que nos daba a mi hermana Itzu, a mà y a otros niños que estaban en el tren. Ella no comÃa nada”, recuerda.
La última vez que Buba vio a sus padres fue al bajar del tren, al lado de las vÃas. Su madre, quien era una mujer mayor, murió en las cámaras de gas el mismo dÃa que pisaron el campo de concentración.
- -“Nos sentÃamos arrojadas en la nada y los horrores que vivimos aún los recuerdo todas las noches. No recuerdo nunca haber llorado tanto. El dolor más grande que he sentido es el de haber perdido a mis padres”.
En el campo de concentración, Buba fue despojada de sus pertenencias, de su cabello e incluso de su identidad ya que a partir de ese momento comenzó a ser identificada como A-11147, además de que comenzaron a ser tratados como objetos y no personas.
Los prisioneros eran forzados a realizar tareas desde talar árboles, preparar los alimentos que recibÃan en la noche -un caldo que era como engrudo, dice Buba-, llevar leña a los hornos del campo y hasta cambiar el curso de un rÃo helado. Para dormir lo hacÃan en camas nada confortables ya que estaban hechas de tablas de madera y paja, albergaba a 12 prisioneras que compartÃan una mantita.
-Buba cuenta que morir en el campo era tan fácil como acercarse a un alambrado electrificado y tocarlo, sin embargo, ella e Itzu no se dejaron caer, querÃan vivir para ver caer al régimen de Adolfo Hitler.
Los cadáveres eran enterrados por los mismos prisioneros para ocultar la evidencia del Holocausto, hasta el 15 de abril de 1945 cuando el ejército inglés rompió los candados que las habÃan aprisionado durante casi un año en Bergen-Belsen.
Tras ser liberada, Buba e Itzu llegaron a América gracias a otra hermana que vivÃa en Veracruz. Al llegar, recuerda que México fue como el paraÃso después de todo lo que vivió en Auschwitz.
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