Muchas personas aseguran oÃr voces, sentir escalofrÃos, ver espÃritus, pero nunca se dan cuenta que el real horror esta frente a nuestras narices, les hablare de los «arranca-almas», les contaré mi historia:
Arranca almas
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Era una noche muy oscura y húmeda, habÃa llovido hace rato. Yo me escondÃa debajo de mi cobija, mis lagrimas caÃan sobre mi almohada mientras yo estaba en posición cucharita, haciéndome bolita sobre mi cama. Era el dÃa anterior a un nuevo año escolar, el primero en mi ciudad, acababa de mudarme y esto no era fácil para mÃ, no me ayudaba la ausencia de mis viejas amistades, mucho menos la discusión de mis padres en la cocina.
TenÃa miedo, mucho miedo, ¿qué tal si nada sale como creÃ? ¿Y si todos terminan haciéndome mal como en la otra escuela? No me respondà mis desesperadas respuestas de frustración, me quedé dormida.
-Lizzie, llegarás tarde a la escuela, no querrás hacerlo en tu primer dÃa.
Daba igual.
-Ya voy, mamá.
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Siempre habÃa tenido la habilidad de levantarme inmediatamente de la cama, era como un superpoder. Me aliste con manos temblorosas y al terminar, mi papa me acompaño a la escuela. Me miré por el espejo electro visor, me dije que iba a ser un buen dÃa. Mal.
Llegue al colegio, las personas me miraban mal, muy mal, sentÃa como si me comÃan con sus miradas. Y se preguntarán lo que estarÃan mirando. No era nada más y nada menos que mi estatura, mi burlona y baja estura de minion, literal.
Terminé con heridas en mÃ. ¿FÃsicas? No, peor. Me habÃan herido con sus palabras, todos. Las burlas subÃan dÃa a dÃa, y mis notas bajaban como mis ganas de vivir. Necesitaba ayuda, una mano, al menos una palabra amigable. Pero no, nada, eso me hacÃa sentir peor. Mis padres no estaban en casa, siempre salÃan temporalmente debido a sus trabajos y cuando llegaban, ni siquiera se acordaban de mi estúpida existencia y fue cuando me pregunte: ¿valdrá la pena seguir? SÃ, pero en mi caso era un no absoluto, y fue ahà donde comencé a rasgar mis muñecas como de una hoja de papel se tratara.
historia de terror
Cortarme se habÃa vuelto una costumbre, como escuchar las palabras negativas de las personas cada dÃa, pero nunca habÃa podido superarlas, me seguÃan doliendo. Era un fastidio vivir con eso, como si mi vida dará vueltas y vueltas.
Muy pronto las cosas que antes amaba dejaron de gustarme, deje de sonreÃr, excepto esa vez que me habÃan llevado a psicologÃa por mi extraña actitud y bajas calificaciones, pero a esas personas en verdad no les importaba, la verdad era solo un deber.
Los dÃas se volvÃan eternos. Un dÃa me llenaron de barro, llegue a casa llorando, no habÃa nadie, nadie que me consolara… “estoy sola” pensé. Si me fuera, ¿Quién lo notaria? Si me quedo, dejarÃa de causarle la molestia a todos en el colegio, dejarÃa de causarle preocupación falsa a la psicóloga estudiantil, dejarÃa de hacerle gastar dinero a mis padres por la comida, mi ropa, mi educación que no llegarÃa a nada por mis notas entonces pensé “¿Por qué deberÃa yo seguir viviendo?”
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Me dirigà a la cocina y agarre la primera cuchilla que vi, me fui a mi cama y me senté reflexionando y estando consciente de lo que estaba a punto de hacer, dejando la cama llena de barro. “Esto no es por mÃ, es por el bien de todos”
-El frio contacto de la cuchilla rozo mi piel, mi sangre corrÃa a gran velocidad y mi respiración empezó a acelerarse. Vi la sangre brotar de mi muñeca derecha y mis mejillas se humedecieron. La sangre cayo sobre mi uniforme, la sangre se ligó con el barro, apreté mis labios soportando el dolor que poco a poco desaparecÃa Mire el techo, esperando a mi fin llegar, cuando llegó, cerré los ojos para nunca abrirlos jamás… nunca, jamás.
Vivimos en un mundo en donde los verdaderos transportes de terror es la sociedad, los verdaderos destructores del mundo, los verdaderos arranca-almas. Casi el cien por ciento de los suicidios en adolescentes se debe a las burlas de la sociedad y es por eso que, según muchos, somos llamados “arranca-almas” tu podrÃas no serlo, cambia el mundo, vÃvelo, ayuda, aconseja, no seas como ellos, ellos son los verdaderos monstruos.
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