Conozco personas de la misma familia que tuvieron cáncer al mismo tiempo, mis hermanos tienen amigos que han muerto prematuramente, están enfermos o tienen problemas respiratorios, leucemia, asma…, contó Eve Butle quien ella misma padeció la enfermedad, ella vive en lo que se conoce como el Corredor de Cáncer en EEUU.
Son 160 kilómetros entre Baton Rouge y la turística ciudad de Nueva Orleans donde existen más de 150 instalaciones petroquímicas y refinerías. Donde la actividad de estas impregna el aire de hedor a gasolina y de sustancias tóxicas calificadas como potencialmente cancerígenas por la Agencia Federal de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, en inglés).
Quienes viven en el Corredor del Cáncer tienen un riesgo de contraer cáncer 50 veces mayor que la media nacional, según la EPA, es así que en los condados como St. John the Baptist, el riesgo de contraer cáncer es de entre 200 y 400 personas por millón y está asociado con las emisiones de óxido de etileno y cloropreno, dos potentes tóxicos.
Tan solo en México, un análisis dio a conocer que el cáncer de pulmón se relaciona al humo de leña, lo que representa el 35% de los casos. Y los números del Corredor de Cáncer contrastan con el resto del estado de Luisiana, donde se sitúa entre 6 y 50 por millón.
Pero ¿Qué es el Corredor del Cáncer de EEUU?
El presidente de EU, Joe Biden, dijo al poco de llegar a la Casa Blanca que quiere abordar "el desproporcionado impacto de salud, ambiental y económico en las comunidades de color, especialmente en áreas duramente golpeadas como el Corredor del Cáncer en Luisiana".
"El Departamento de Calidad Ambiental de Luisiana tiene la responsabilidad principal de implementar los programas de la Ley de Aire Limpio, incluido el monitoreo de las emisiones y la calidad del aire, y de hacer cumplir las regulaciones", dijo.
El departamento de calidad ambiental del estado, por su parte, defiende que "la calidad del aire en Luisiana es bastante buena".
"Cumplimos con la regulación. Respetamos todos los criterios sobre contaminantes de la EPA", dice Gregory Langley, el portavoz del departamento encargado de la salud medioambiental de Luisiana.
Eve Butler, sin embargo, tiene una experiencia distinta. "No solo huele diferente. En un par de ocasiones salí a la calle sin paraguas. Se puso a llover y se me mojó el cabello y la cara. Días después, mi piel empezó a caerse. Soy una persona de piel morena y parecía que tenía quemaduras de sol".
La mujer cuenta que lo primero que ve al amanecer, son seis tanques de almacenamiento usados por la empresa petroquímica instalada frente a su casa. Eso ha hecho que el césped esté descolorido, los árboles ya no son tan verdes como solían ser y a veces crecen cosas negras en algunas de las plantas que hasta hace nada estaban sanas".
El que personas de color vivan en el lugar hizo cer que lo que suceden en el Corredor del Cáncer es una forma de "racismo medioambiental" debido a que la concentración de fábricas emisoras de tóxicos es tan abrumadora que ha llamado la atención de Naciones Unidas.
"El corredor petroquímico a lo largo del río Misisipi no sólo ha contaminado el agua y el aire circundantes, sino que también ha sometido a sus residentes, en su mayoría afroamericanos, a cáncer, enfermedades respiratorias y otros efectos adversos para la salud".
Otro ejemplo de ello, es que en la zona donde vive Butler, la incidencia de cáncer en las comunidades de personas negras es de 105 casos por millón, mientras que en los distritos de la zona donde vive la población blanca la incidencia es de 60 casos por millón.
En 2017 Eve Butler, de 64 años, fue diagnosticaron cáncer en 2017 y aunque estaba contenido y no se había extendido por todo el cuerpo, tuvo que pasar por el quirófano y perdió el pecho izquierdo.
"Tengo una hija y dos nietos. Le dije a mi hija que tenía que mudarse a otro lugar a vivir porque el condado de St. James no es un lugar seguro. Los únicos miembros de la familia inmediata que me quedan cerca ahora son mi mamá y una de mis oc
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