Hay que destacar que la conducta suicida es uno de los principales problemas de salud a nivel mundial en la juventud y es que cada vez son más los adolescentes que refieren deseos de morir, comunican su intención o realizan un intento de suicidio.
Por ejemplo, en un reciente estudio realizado con adolescentes españoles, se encontró que el 17,8 % de la muestra había pensado en quitarse la vida, aunque aún no tuvieran un plan o solo fuera una idea.
Actualmente muchas cuestiones quedan aún por resolver, por lo que una de ellas es, sin lugar a dudas, la puesta en marcha de un plan nacional para la prevención de la conducta suicida.
Otras conductas de alerta
Lo preocupante es que las personas jóvenes son nuestro principal capital presente y futuro, y los más susceptible a estos pensamientos por las diversas etapas de vidas y complicaciones con la edad y cambios en torno a ellos.
Jóvenes en riesgo de suicidio
No hay una única causa por la que una persona intenta poner fin a su vida. Es decir: no existe una causa necesaria y suficiente que determine tal conducta. Es una ecuación probabilística de la que forman parte diferentes parámetros, que se encuentran en continua interacción, y entre los que el sufrimiento tiene mucho que decir.
La capacidad de pronosticar o predecir que nos dan los distintos factores de riesgo de conducta suicida es muy limitada, por lo que se está ante un fenómeno complejo, un problema de la vida, donde la persona trata de buscar una solución a una situación vivida como límite, a una enorme dificultad que le provoca un dolor intolerable que no sabe o no puede resolver de otra forma.
Es por eso que ante esta problemática también se tiene que prestar atención a las siguientes situaciones de alerta que estarían informando que un joven tiene ideas suicidas:
La percepción de ser una carga para sí mismo, para las amistades o para la familia
La pertenencia frustrada, esto es, la experiencia de sentirse solo o desconectado de amistades, familia u otros círculos sociales valiosos.
El atrapamiento o la percepción de estar bloqueado, sintiéndose sin escape, sin posibilidad de rescate e impotente para cambiar aspectos de sí mismo.
La desesperanza (atribuciones negativas sobre el futuro y la posibilidad de que las cosas cambien).
Cabe recordar que promover, proteger y cuidar la salud mental de toda la población, pero en particular de los más vulnerables, es un derecho constitucional. Las personas merecemos una atención psicológica accesible, inclusiva, pública y de calidad.
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