La ex diputada del PRI en el Congreso de la Ciudad de México, Mónica Fernández, justificó su voto a favor de la ratificación de la fiscal capitalina, Ernestina Godoy, mientras acusó a Alejandro Moreno, dirigente nacional del tricolor, de ejercer presiones mediante amenazas y ataques de desprestigio en su contra.
En una carta emitida más de una semana después de la sesión de votación, Fernández defendió su postura, rechazando ceder a las presiones provenientes de la dirigencia de Alejandro Moreno Cárdenas.
Afirmó su negativa a ser un títere político y denunció la falta de atención a las necesidades de los representados por parte del líder tricolor.
expresó que el voto que le valió ser tachada de traidora por Alejandro Moreno Cárdenas refleja su resistencia a seguir líneas y órdenes que benefician solo al dirigente y a sus seguidores.
Subrayó su compromiso con la justicia social, que, según ella, ha sido olvidada desde la llegada de Moreno a la dirigencia del PRI.
La ex legisladora aseguró que continuará trabajando incansablemente para alcanzar una justicia social olvidada desde la llegada de Alejandro Moreno Cárdenas al liderazgo del PRI.
Subrayó la falta de representación del dirigente actual para con los simpatizantes reales del partido y los ciudadanos comunes que anhelan un cambio en México.
Respecto a su futuro político, Fernández expresó su determinación de encontrar un espacio para su voz y actividad.
Sin embargo, dejó claro que no permitirá ataques desde posiciones de poder cómodas, defendiendo su trabajo honesto y humilde, y rechazando imputaciones y difamaciones.
Fernández destacó la lealtad no como obediencia ciega, la disciplina no como sometimiento a placer, y la militancia no como servilismo.
Afirmó que no se retira voluntariamente, sino que la expulsa el partido de Alejandro Moreno Cárdenas, pero aseguró que seguirá trabajando en beneficio de los ciudadanos.
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La ex diputada argumentó que su voto a favor de la ratificación de la fiscal, Ernestina Godoy, busca impulsar un nuevo modelo de procuración de justicia en la Ciudad de México.
Consideró esta tarea como titánica y enfatizó la obligación constitucional de no dar la espalda al desarrollo institucional de la ciudad.
Reconoció la existencia de errores y omisiones en su postura, pero defendió su deber moral de representar los intereses de los capitalinos.
Fernández subrayó que su elección como representante implica responder a la sociedad, no a una persona, aunque sus ideas puedan diferir de la dirigencia nacional del PRI.
Mónica Fernández cerró destacando su origen como legisladora producto del trabajo, no del privilegio.
Afirmó su cercanía con la gente y su rechazo a la sumisión, concluyendo que no renuncia al PRI, sino que es expulsada por Alejandro Moreno Cárdenas.
Acusó al líder de faltar al respeto a la libertad de expresión y al derecho de ejercer su voto sin temor a represalias o censura.
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