el 6 de enero es una fecha especial marcada por una hermosa tradición que implica vestir al Niño Dios, una figura que ha sido cuidadosamente colocada en el nacimiento desde la víspera de Navidad.
Aquí exploraremos las costumbres arraigadas en muchos hogares mexicanos en torno a este simbólico acto, destacando la importancia de la figura del padrino o madrina en este proceso.
Durante la cena del , en el que se parte la Rosca de Reyes, es común que las familias mexicanas se reúnan para llevar a cabo una entrañable tradición: vestir al Niño Dios que reposa en el pesebre.
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Este ritual, acompañado por la figura del padrino o madrina, anticipa la celebración del Día de la Candelaria, cuando el Niño Jesús será bendecido.
La madrina desempeña un papel clave en este proceso, ya que es responsable de seleccionar la vestimenta adecuada, cambiar al y dejarlo listo para que reciba la bendición.
En cuanto a la elección de padrinos para el Niño Dios, una costumbre arraigada dicta que cada tres años se realice un cambio.
Este acto simboliza la renovación y la oportunidad para que diferentes miembros de la familia participen activamente en la tradición.
Los padrinos, a lo largo de este tiempo, asumen la responsabilidad de adquirir la ropita nueva para el Niño Jesús cada año.
En el primer año, el pequeño se viste de blanco, ataviado con un ropón, o incluso representando figuras icónicas como el Niño de las Palomas o el Niño de las Suertes.
Se le coloca delicadamente en un canasto o moisés muy adornado, evocando la ternura de un bebé recién nacido.
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