Un refugio para el crimen organizado: La región de Tierra Caliente en Michoacán se convirtió en un imán para el narcotráfico durante la segunda mitad del siglo XX.
Tras la intensificación de la lucha contra los cárteles en el norte de México, Tierra Caliente, con sus vastas extensiones de tierra y su ubicación estratégica, se convirtió en un refugio ideal para los grupos criminales que buscaban expandir sus operaciones.
La sustitución de cultivos tradicionales como el maíz y el frijol por plantíos de marihuana y amapola fue una transformación radical en la vida rural de Tierra Caliente.
Informes militares revelan que la producción de drogas se convirtió en el sustento principal de muchas comunidades.
La llegó a tal punto de ser utilizada como moneda de cambio en las transacciones locales, desplazando al dinero tradicional.
A principios de la década de 1960, las fuerzas federales emprendieron una campaña para erradicar el cultivo de amapola en la región.
El general Salvador Rangel Medina, jefe de la operación, logró desmantelar los plantíos y confiscar grandes cantidades de droga.
Sin embargo, la victoria del gobierno federal fue efímera.
La influencia de grupos como la familia Valencia, con el apoyo de capos de Sinaloa como Ernesto Fonseca Carrillo, "Don Neto", impulsó un resurgimiento del narcotráfico en Tierra Caliente.
La región se convirtió en un campo de batalla para los cárteles que luchaban por el control de las rutas de trasiego hacia Estados Unidos.
La pugna por el control del territorio michoacano entre diferentes cárteles, como el Cártel del Milenio, Los Zetas, La Familia Michoacana y Jalisco Nueva Generación, ha generado una espiral de violencia que ha convertido a Tierra Caliente en una de las zonas más peligrosas de México.
Homicidios, secuestros, extorsiones y enfrentamientos armados son el pan de cada día en la región.
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